25 de marzo, Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos
25 de marzo, Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos

25 de marzo, Día Internacional de Rememoración de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos


Es solo una muesca más en nuestro pasado. Durante más de 400 años, 15 millones de seres humanos (de los cuales se estima que un tercio fueron mujeres) fueron víctimas de uno de los episodios más deplorables de la historia de la humanidad como fue la trata transatlántica de esclavos. Cada 25 de marzo se conmemora el día internacional de recuerdo a las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos como un espacio de homenaje y profunda reflexión a aquellas y aquellos que fueron arrancados de sus hogares en el continente africano, sufriendo todo tipo de humillaciones y dolor físico y psicológico a manos de un brutal, articulado y planificado sistema de esclavitud.

La República romana (509 a. C. a 1 d. C.) representaba una clara predisposición a establecer jerarquías y relaciones sociales diferenciadas, hasta normalizadas por la ley. Y ese pensamiento y proceso solo tienen como base la exclusión y la diferenciación para que un ser humano se beneficie de otro. Pero no es responsable leer el pasado con la mirada del presente. Aunque también es irresponsable construir el presente sin mirar al pasado. El pensamiento de Cicerón (106 – 43 a.c.) sobre las relaciones entre esclavos y amos es la misma quintaesencia que Malcom X narraba en su discurso “Message to the grass roots” de 1963 en Detroit diferenciando a los dos tipos de esclavos: El negro doméstico y el negro de campo. Como ejemplo del esclavo doméstico está el impresionante papel de Samuel L. Jackson como Stephen en Django Encadenado -2012-. Jackson es el esclavo de confianza, familiar, negrero de sus congéneres de campo, y baluarte de esa fe del converso que supera a la de su amo. El discurso de Malcom X era una acusación y una deprimente autocrítica: los y las afrodescendientes de la década de los sesenta en EEUU se habían convertido en negros y negras domésticos porque se seguía padeciendo una esclavitud mental.

Y esta mente colonizada de mujeres y hombres africanos no fue cosecha de un verano. Los europeos conocieron la existencia de varios reinos negros en el centro de África desde 1415, cuando españoles y portugueses hicieron incursiones y persecuciones contra las poblaciones y reinos del norte de África hasta el sur del Sáhara. A esta Europa llegada a África lo que le interesaba eran los recursos que podía expoliar: oro, marfil y hasta la propia persona del continente africano convertida en esclava.  El tráfico de esclavas y esclavos negros se convirtió en un negocio rentable para ingleses, franceses, españoles, portugueses y holandeses a partir de 1510 cuando comenzó en el Nuevo Mundo la explotación de la caña de azúcar, café, tabaco y algodón, y el aumento de su consumo en Europa. De este mismo tráfico se aprendieron a aprovechar los reinos centroafricanos que entre sus choques “étnicos” (¿ningún reino crece con las fronteras cercanas de otro?) comerciaban con los cautivos y cautivas a reinos costeros como los Dahomey (Benín), siendo uno de los principales puntos de partida del tráfico esclavista.

En 1808 Estados Unidos prohibió la importación de esclavos y esclavas, presionado por el “Acta para la Abolición del Comercio de Esclavos” que Reino Unido aprobada un año antes. Pero en absoluto se terminó con el comercio interior ya que las y los esclavos seguían constituyendo los pilares y cimientos de la economía estadounidense, siendo más valiosos que toda la suma del capital invertido en infraestructuras y bancos, y volviéndose una “materia humana” de gran valor para inversiones de bancos nacionales e internacionales. La escasez y limitación de esta mano de obra forzada redujo el beneficio de las plantaciones. Y volvió a sacar lo peor del ser humano con el fletamento del Clotilda en 1860, último barco negrero del que se tiene constancia oficial.

 

Y es justo rendir homenaje a las comunidades afrodescendientes que aún persisten a día de hoy por mantener su identidad, gracias sobre todo a las mujeres esclavizadas africanas quienes, además de soportar el trabajo forzoso como esclavas, sufrieron la crueldad de explotación sexual y discriminación por su género y color de piel. Fueron ellas las que han transmitido gran parte de los conocimientos y cultura africanos a lo largo de generaciones.

La afrodescendencia en el continente americano es la construcción de identidades del interior central y la costa occidental africana, forzadas al extremo por la explotación esclavista y difuminadas con los otros grandes pueblos discriminados, como los Caribes y los Arawaks. La afrodescendencia supone la suma de una doble variable segregadora: ser negros y ser indios. Como cerraba Malcom X en su discurso a las bases: “A lo mejor, el hecho de que nos hayan manipulado, vejado y reprimido tantas veces durante tanto tiempo sea la razón por la que denostamos y menospreciamos de forma tan vil nuestra propia africanidad… Pero no sé. No estoy seguro”.

Alvaro Martin de Vega